Aikido se
desarrolla en un piso de goma (Tatami) con una vestimenta cómoda que
inicialmente se compone de una remera y un pantalón de gimnasia, y que con el
transcurso del tiempo y la firme decisión del practicante de continuar con los
estudios, se completa con un equipo de práctica de Artes Marciales (Gi) que es
una chaqueta de loneta, un pantalón y un cinturón.
Los estudiantes avanzados utilizan como atuendo un hakama, que es una
falda-pantalón, que es parte del traje samurai tradicional, con siete pliegues
que se utilizan para recordar los siete valores de este. Estos son:
1. Yuki: valor, valentía
2. Jin: humanidad, caridad, benevolencia
3. Gi: justicia, rectitud, integridad
4. Rei: etiqueta, cortesía, civilidad
5. Makoto: sinceridad, honestidad, realidad
6. Chugi: lealtad, fidelidad, devoción
7. Meiyo: honor, crédito, gloria; también reputación, dignidad, prestigio.
Valores muy apreciados, e incorporados en y para la
práctica, y la vida.
Además, como instrumento de la práctica avanzada se utiliza un sable de
madera que representa el katana (sable samurai). Elemento que posee un importantísimo
contenido simbólico ya que para el samurai, el antiguo usuario de este arma,
representaba todo lo que él era. Ya sea como objeto de dignidad social, o
como representación de su propio espíritu. Debido a esto se consideraba
que a través de la hoja del sable se lo podía conocer, ya se el carácter, el
temperamento, e incluso como dirigía su vida.
Los saludos
son una práctica tradicional que conectan al practicante con la actividad y con
sus compañeros, ubicando al individuo en un entorno social donde se respeta al
compañero y donde se exige respeto para mantener el clima agradable y positivo
que caracteriza al Aikido. Posteriormente se realizan ejercicios de
calentamiento y de estiramiento que llevan un tercio de la clase, y luego se
comienza con ejercicios suaves para ir preparando el cuerpo a un entrenamiento
técnico más intenso.
Los
ejercicios son de naturaleza defensiva, utilizando la fuerza del contrario,
para reaprovecharlo en movimientos circulares que generan un cambio en el
centro de gravedad del agresor que lo desequilibra y lo lleva al suelo,
inutilizando su agresión inicial. Estos ejercicios, ejecutados con habilidad y
destreza, con la instrucción de un profesor (Sensei) que constantemente chequea
el normal desenvolvimiento de la clase, generan en la persona un continuo feed
back con su propio cuerpo, conociendo los puntos más vulnerables, tanto propios
como ajenos.